Una cuestión que siempre preocupó a Juan Wesley es la inestabilidad espiritual.
En un cierto período, la persona está llena de amor y bastante activa en la comunidad, mas adelante se muestra desanimada y debilitada espiritualmente: un verdadero columpio.
El 31 de enero de 1765, al examinar el asunto, concluyó que tal oscilación ocurre porque las personas no invierten en el crecimiento espiritual.
"Cualquier interrupción, cualquier relajación hace que la persona no solamente deje de crecer, sino que también pierda una buena parte de su dinamismo. Reflexionando sobre el maná distribuido al pueblo hebreo en el desierto, se puede afirmar que esa es la lógica de la vida cristiana.
No se puede acumular: cada día requiere el mismo itinerario de buscar el alimento en la fuente. En la oración enseñada por Jesús consta: el pan nuestro de cada día, danoslo hoy (Mateo 6:11). El hecho de haber buscado el alimento ayer es un precioso indicativo de que aprendemos el camino, de que sabemos donde encontrar el pan de vida. Mas no es garantía de que tendremos alimento siempre.
Sin búsqueda, la vida cristiana queda completamente esclerosada".
"El caso es muy simple: la regla invariable del proceder de Dios muestra que, 'al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado' (Mateo 25:29). Por tanto es imposible retener lo que se recibe sin mejorarlo. Es preciso complementar aunque se acredite que, mientras más se recibe, mayor es la necesidad de tener cuidado y trabajo, vigilancia y oración, prudencia y diligencia en todas las formas del vivir.
Alguna duda que aquellos que se olvidan de esto, más tarde pierden lo que reciben?
Allá aquellos que les enseñan a olvidar, a no vigilar, a no orar! "