La doctrina de la justificación por la fe fue revivida por Martín Lutero y los reformadores del siglo XVI; pero asi como en los siglos II y III, después de la muerte de los apóstoles, solo se efectuaba un cambio de las creencias del paganismo a las del cristianismo, de la misma manera, al simple hecho de abandonar las supersticiones del romanismo y dar asentimiento a las enseñanzas del protestantismo, se llamaba conversión.
El aceptar intelectualmente ciertas posiciones o doctrinas es una cosa; creer que el hijo de Dios nos puede salvar, habiendonos redimido, es otra.
El simple asentimiento a la verdad no es suficiente; es la "fe muerta" de que habla el apóstol Santiago.
La fe que no produce buenas obras, de nada vale; de la misma manera, la fe sin el gozo y paz por el Espíritu Santo, no produce ningún consuelo.
(Notas introductorias al sermón Los primeros frutos del Espíritu)