sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre,
no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
1 Corintios 9:27
Golpeo mi cuerpo:
me impongo toda clase de sacrificios.
Y lo pongo en servidumbre:
haciéndolo siervo de mi espíritu y de Dios.
Las palabras tienen un sentido figurado y se refieren al acto de mortificar el cuerpo del pecado (Ro. 6.6),
en clara alusión a lo que ocurre en una pelea cuando el cuerpo del combatiente es golpeado
o vencido por su adversario.
No sea que, habiendo sido heraldo para otros:
(continúa en sentido figurado) el oficio del heraldo era dar
a conocer las condiciones y presentar los premios.
Yo mismo venga a ser eliminado:
reprobado por el Juez, en cuyo caso no alcanzará el premio.
Este texto por sí solo puede darnos una idea de la doctrina de las Escrituras acerca de la elección y reprobación, y muestra claramente que no hay personas que figuren en el Libro Sagrado como escogidas de manera absoluta e incondicional para la vida eterna, o predestinadas de manera absoluta e incondicional al castigo eterno.
Los creyentes son escogidos para disfrutar los privilegios de la vida cristiana aquí en la tierra, pero si abusan de ellos, esas mismas personas escogidas serán reprobadas.
No hay duda de que si hubo alguien escogido, fue San Pablo y, sin embargo, él mismo afirma que existía la posibilidad de que fuera eliminado. Es más, a pesar de haber sido elegido, cristiano y apóstol durante tanto tiempo, si no hubiera golpeado su cuerpo verdaderamente habría quedado eliminado.
no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
1 Corintios 9:27
Golpeo mi cuerpo:
me impongo toda clase de sacrificios.
Y lo pongo en servidumbre:
haciéndolo siervo de mi espíritu y de Dios.
Las palabras tienen un sentido figurado y se refieren al acto de mortificar el cuerpo del pecado (Ro. 6.6),
en clara alusión a lo que ocurre en una pelea cuando el cuerpo del combatiente es golpeado
o vencido por su adversario.
No sea que, habiendo sido heraldo para otros:
(continúa en sentido figurado) el oficio del heraldo era dar
a conocer las condiciones y presentar los premios.
Yo mismo venga a ser eliminado:
reprobado por el Juez, en cuyo caso no alcanzará el premio.
Este texto por sí solo puede darnos una idea de la doctrina de las Escrituras acerca de la elección y reprobación, y muestra claramente que no hay personas que figuren en el Libro Sagrado como escogidas de manera absoluta e incondicional para la vida eterna, o predestinadas de manera absoluta e incondicional al castigo eterno.
Los creyentes son escogidos para disfrutar los privilegios de la vida cristiana aquí en la tierra, pero si abusan de ellos, esas mismas personas escogidas serán reprobadas.
No hay duda de que si hubo alguien escogido, fue San Pablo y, sin embargo, él mismo afirma que existía la posibilidad de que fuera eliminado. Es más, a pesar de haber sido elegido, cristiano y apóstol durante tanto tiempo, si no hubiera golpeado su cuerpo verdaderamente habría quedado eliminado.