Romanos 1:16
"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego".
Para el mundo, por cierto, es locura y debilidad (Porque la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros,
es poder de Dios. 1 Co. 1.18); por lo tanto, a juicio del mundo, debería avergonzarse de él,
especialmente en Roma, cabeza y escenario del mundo.
Pero Pablo no se avergüenza, porque sabe que es
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree: es el grande y
gloriosamente poderoso medio para salvar a todos los que acepten la
salvación como Dios la ofrece.
Así como Pablo resume en esta epístola el evangelio, así resume la epístola
en este versículo y el siguiente.
Al judío primeramente, y también al griego: hay en estas palabras una
noble franqueza y una sensatez abarcadora: por una parte, muestra a los
judíos su absoluta necesidad del evangelio y, por otra, dice a la nación
más grande y culta del mundo que su salvación depende de recibir a
Cristo y que las primeras ofertas debían, en todas partes, ser hechas
primeramente a los despreciados judíos.
"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego".
Para el mundo, por cierto, es locura y debilidad (Porque la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros,
es poder de Dios. 1 Co. 1.18); por lo tanto, a juicio del mundo, debería avergonzarse de él,
especialmente en Roma, cabeza y escenario del mundo.
Pero Pablo no se avergüenza, porque sabe que es
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree: es el grande y
gloriosamente poderoso medio para salvar a todos los que acepten la
salvación como Dios la ofrece.
Así como Pablo resume en esta epístola el evangelio, así resume la epístola
en este versículo y el siguiente.
Al judío primeramente, y también al griego: hay en estas palabras una
noble franqueza y una sensatez abarcadora: por una parte, muestra a los
judíos su absoluta necesidad del evangelio y, por otra, dice a la nación
más grande y culta del mundo que su salvación depende de recibir a
Cristo y que las primeras ofertas debían, en todas partes, ser hechas
primeramente a los despreciados judíos.