En el sermón Los principios de un metodista, Juan Wesley señala que los milagros aún continúan ocurriendo: no están confinados a la era apostólica ó de la época de Cipriano y dependen totalmente de la voluntad soberana de Dios.
El sermón escrito a mediados de 1746 procura explicar que estos extraordinarios milagros comenzaron a ocurrir depués de que él dió un giro radical en su predicación. Haciendo una evaluación rápida Wesley registra:
El sermón escrito a mediados de 1746 procura explicar que estos extraordinarios milagros comenzaron a ocurrir depués de que él dió un giro radical en su predicación. Haciendo una evaluación rápida Wesley registra:
- Desde 1725 hasta 1729 prediqué mucho, pero no pude ver ningún fruto de mi trabajo. Era lógico que así ocurriera, dado que yo no exponía el fundamento del arrepentimiento, ni enfatizaba la necesidad de creer en el Evangelio, porque para mi era claro que todos aquellos que me oían eran creyentes y que la mayoría no tenía necesidad de arrepentirse.
- De 1729 a 1734, profundizando más en la necesidad de arrepentimiento, vi algún fruto, pero muy poco; y no era para menos, porque yo no predicaba en la fe en la sangre del pacto.
- Entre 1734 y 1738, hablando más de la fe en las visitas de casa en casa, obtuve mayores frutos de mi predicación de lo que había conseguido antes; aunque ignoré si los que aparentemente se reformaron se transformaron interiormente, convirtiéndose profundamente a Dios.
- A partir de 1738, y hasta el presente, hablando continuamente de Jesucristo, presentándolo como único fundamento para la vida, demostrando que es todo para todos, lo primero y lo último, y basando mi predicación totalmente en que "el reino de Dios está cerca arrepentios y creed en el Evangelio", la Palabra de Dios se extendió como fuego en una mecha de pólvora.