Quienquiera que seas, oh alma, ansiosa de salvarte, de ser perdonada y reconciliarte con Dios, no digas en tu corazón: "primero debo hacer tal o cual cosa; debo dominar el pecado; evitar toda palabra u obra mala y hacer bien a todos los hombres. O primero debo ir a la iglesia y recibir la santa cena, oír más sermones y decir más oraciones".
Ay hermano mio! Te has separado por completo del camino; ignoras aún "la justicia de Dios" y estás pretendiendo establecer tu propia justicia como la base de la reconciliación.
No sabes que no puedes hacer otra cosa hasta que no te reconcilies con Dios?
Por qué pues dices: Primero, debo hacer esto y después creer? Cree primero. Cree en el Señor Jesucristo que se ofreció a si mismo como propiciación por tus pecados.
Echa primero este buen cimiento y después todo lo que puedas hacer bien.
Ni digas en tu corazón: no puedo ser aceptado porque no soy suficientemente bueno. Quién es o ha sido alguna vez suficientemente bueno como para merecer la aceptación de Dios?
Ha exisitido alguna vez o exisitrá antes de la consumación de todas las cosas, un solo descendiente de Adán que sea bastante bueno para merecer dicha aprobación?
Con respecto a ti, no eres nada bueno; no existe nada en ti que sea digno de llamarse bueno; ni jamás lo serás hasta que no creas en el Señor Jesús. Por el contrario, serás peor y peor cada día. Mas, hay alguna necesidad de ser peor de lo que eres? No eres suficientemente malo?
Ciertamente que lo eres y Dios lo sabe; tú mismo no lo puedes negar.
No te demores pues. Todo está listo. Levántate, lávate de tus pecados. La fuente está abierta. Ahora es cuando te debes lavar en la sangre del Cordero hasta que quedes limpio; ahora El te rociará con hisopo y serás purificado: te lavará y quedarás más blanco que la nieve.
Ay hermano mio! Te has separado por completo del camino; ignoras aún "la justicia de Dios" y estás pretendiendo establecer tu propia justicia como la base de la reconciliación.
No sabes que no puedes hacer otra cosa hasta que no te reconcilies con Dios?
Por qué pues dices: Primero, debo hacer esto y después creer? Cree primero. Cree en el Señor Jesucristo que se ofreció a si mismo como propiciación por tus pecados.
Echa primero este buen cimiento y después todo lo que puedas hacer bien.
Ni digas en tu corazón: no puedo ser aceptado porque no soy suficientemente bueno. Quién es o ha sido alguna vez suficientemente bueno como para merecer la aceptación de Dios?
Ha exisitido alguna vez o exisitrá antes de la consumación de todas las cosas, un solo descendiente de Adán que sea bastante bueno para merecer dicha aprobación?
Con respecto a ti, no eres nada bueno; no existe nada en ti que sea digno de llamarse bueno; ni jamás lo serás hasta que no creas en el Señor Jesús. Por el contrario, serás peor y peor cada día. Mas, hay alguna necesidad de ser peor de lo que eres? No eres suficientemente malo?
Ciertamente que lo eres y Dios lo sabe; tú mismo no lo puedes negar.
No te demores pues. Todo está listo. Levántate, lávate de tus pecados. La fuente está abierta. Ahora es cuando te debes lavar en la sangre del Cordero hasta que quedes limpio; ahora El te rociará con hisopo y serás purificado: te lavará y quedarás más blanco que la nieve.